domingo, 2 de octubre de 2011

zafiro

claro, claro, los instintos mundanos de querer asesinarte con un te quiero
y las sensaciones halogenas de querer verte despertar,
destruyen cualquier coraza en si misma.

los revuelos de las risas instigadoras
delatoras de los nervio sin frenesí
acumulados por años en la bóveda estomacal de mi sentir.

las manos incesantes preguntando donde han de estar,
las yemas viviendo una alucinación de aquellas, con tal sentir;
revoloteando alrededor de tu iris buscando la compañía verde.

elocuciones nocturnas...

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