La pequeña grieta de la cual brotaban gotas cristalinas de agua, indicaba la llegada de la primavera. Muchos gorriones volaron al encuentro del viento entre sus alas; la añorada libertad por fin se hacia espacio entre los pliegues de aquel rostro enmudecido, acallado por años de ordenes sin preguntar. La memoria es frágil decía aquel hombre ensimismado, mas no el cuerpo. Pero todavía hay lugar para un teatro mas, todavía hay actos que llenar, hay luces que alumbrar, voces que hablar, canciones que cantar. El ruido inoportuno de aquel silbato metálico, le recordó que debía terminar la función.
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